7 en Movimiento
Cuándo
Del 17 de noviembre al 17 de diciembre de 2023
Dónde
Asociación Cultural Humboldt
Avenida Juan Germán Roscio Av. Juan Germán Roscio, Caracas 1011, Distrito Capital, Venezuela
El arte es la expresión de sí mismo
luchando por ser absoluto.
Somos una comunidad inconfesable, Pintamos, tallamos piedras y tomamos fotografías. Hacemos instalaciones que juegan con el espacio, ensamblajes con diversos materiales y nos adentramos en un proceso interminable de creación que conlleva -después de un largo tiempo- a la culminación de una obra de arte. Mostramos una materia trasformada en un discurso no verbal, debido a esa necesidad de concretar la expresión individual y única, en la que el producto podria ser la lectura de la realidad que nos circunda, el entorno inmediato de los detalles cotidianos, el paisaje-naturaleza reinterpretado o la materialización de nuestro cuerpo cultural y emocional.
Se trata de crear una narrativa nacida de la expresión de cada una, de nuestra huella, sentidos y sensaciones que se transforman en un lenguaje que surge de la propia representación, para dar paso a la significación. Como artistas impregnamos nuestras obras de palabras, dibujadas y coloreadas en una lengua materna que, con su poder, traspasa los límites reales para dar paso de lo simbólico a lo divino, justo en ese momento mágico en que corresponde conceder ese aliento de vida a lo inanimado, a la materia.
Gestar los pensamientos y sueños.
Para nosotras, es necesario contar con un lugar semiótico para gestar e integrar los pensamientos y sueños: el taller.
Cada taller exige de una lectura y un hilo conductor que lleve a la decodificación de nuestra escritura intima. En este lugar nuestro cuerpo se trasmaterializa, se resemantiza y con él nuestros sentidos y sensaciones para convertirse en una obra de arte. A este hecho lo precede un ritual sagrado y personal, como una especie de herramienta que abre la puerta de nuestra cosmogonia.
Yo, Alicia Coles, entro y salgo del espacio-taller. Simplemente, lo observo como un sistema conformado por líneas, masas, luces, movimientos y ritmos. En este lugar, todo debe leerse y la contemplación de la inmaterialidad de mi obra aprisiona mi mirada. Las trasparencias del espacio y lo permeable del volumen virtual retratan, inefablemente, la expresión abstracta del sentimiento de una sociedad atrapada.
En cambio, yo, María del Carmen Reyes, afronto la creación desde el orden y la limpieza del espacio creativo. Limpio mi mesa. Recojo los restos del polvo de las piedras, ordeno las escofinas y las demás herramientas para trabajar la piedra. Luego, cuando todo está listo, subo la obra a la mesa para ver el volumen y la armonia de las formas. Hago una lectura de sus líneas y contornos y las rayo primeramente, para saber donde trabajar. Respeto su naturaleza o procedo, en caso de que sea necesario, a realizar una maqueta que me indicará, acertadamente, cuál será el camino lúdico que debo seguir en mi proceso, para darle ese aliento de vida a mis esculturas. Las fotos, simplemente, atrapan mi mirada y la inmensa riqueza de las formas de la naturaleza, ocultas en el diminuto diseño de sus formas y estructuras primarias.
Para mí, Alexandra Von Fedak, en el espacio-taller se dan cita la naturaleza exacerbada, los objetos descontextualizados de su cotidianidad y los temas absurdos encontrados al azar. Es dinámico y en él convergen, a la vez, la realización de las obras y los tiempos de espera a los que obliga la materialidad del óleo. Primeramente, procuro preparar las paletas de colores y acomodar la orquesta de pinceles, para que se dé la primera nota. Y, como la directora de orquesta, con el vaivén de la obra, mitigo el desespero de verlas terminadas.
Yo, por supuesto, Odila Servat -al igual que María del Carmen- afronto la creación desde el orden y lo impoluto del área para crear. Guardo los óleos y los acrílicos en su sitio y despejo el área de todo aquello que podría llamar a "lo anterior". Asi, me pongo en una condición primaria que es apta para mi proceso creativo. La denomino "ponerme en blanco" para afrontar el hecho creativo y penetrar en el detalle de la figuración, donde en esencia la percepción se vuelve abstracta.
En realidad, para mí, Rocío Magasrevy, lo más importante es trabajar en la selección de las pinturas y los pinceles que utilizaré. Preparo y mezclo los colores y, una vez terminado mi acercamiento a este acto creativo, en medio del orden concretado, pongo música: baladas. Es una sonoridad necesaria, prioritaria, eficaz para marchar a mi ritmo. De esta forma, la vitalidad de mi cuerpo se manifiesta y la rapidez o lentitud de mis acciones determina el momento en el que diálogo conmigo. Esta interiorización me permite ver la magna belleza de la naturaleza de las flores y los objetos.
Yo, Marianna Sucre, no trabajo la materialidad formal de la obra de arte. Estoy un poco alejada del arte de los soportes tradicionales. Me concentro en la tecnología y los nuevos lenguajes digitales. La computadora es mi paleta: colores estridentes, brillantes y llamativos. Al igual que Rocio, la música es muy importante para mí. La escucho, y con los audífonos, me aíslo del mundo exterior cuando creo; por lo general, es una actividad nocturna. En estas labores, Mozart me acompaña. Él estimula mi creatividad e
imaginación.
Podríamos decir que yo, Eli Pimentel, en el espacio-taller desarrollo una propuesta tradicional: el paisaje, realizado con la técnica del puntillismo. A pesar de lo que podría significar, este adquiere un matiz actual que hace posible reinterpretar las técnicas y los materiales, esos que le confieren a mi obra nuevas formas de leerla desde lo contemporáneo. Siempre me planteo retos complejos al iniciar y realizar una obra. Al concluirla, siempre estoy a la expectativa de la opinión que pudiera generar, ya que acostumbro a que la pieza sea partícipe de mi vida social, personal e íntima.
Transmaterialización y metamorfosis
Al concluir el proceso creativo, cada artista inicia una etapa lúdica centrada en la observación de la obra concluida. Se experimenta un tránsito hacia ese producto sensible y los signos que lo caracterizan: el cuerpo, la lengua madre y la vida originada por la trasformación biológica que codifica las sensaciones. Están presentes nuestras miserias y dolencias. Así somos: mujeres, madres, esposas e hijas pero, prioritariamente, artistas con el don divino y el poder creativo para trasmaterializarnos y metaforizarnos en miles y múltiples materias.
Daniel Briceño, Curador